
Por qué el micelio es clave para la economía circular y regenerativa

Economía circular y economía regenerativa, ¿son lo mismo?
Durante años, el paradigma de la sostenibilidad se apoyó en cuatro pilares: reducir el consumo, reutilizar lo que fuera posible, reciclar materiales y rediseñar procesos para minimizar el desperdicio. Este enfoque marcó una contraposición con el modelo lineal tradicional de “extraer, producir y desechar”. Así surgió la llamada economía circular.
Sin embargo, con el tiempo se evidenciaron limitaciones en la circularidad, especialmente porque el reciclaje industrial consume mucha energía, genera residuos secundarios y conlleva procesos complejos.
Reconocer estas limitaciones llevó a una evolución del concepto, lo que hoy se conoce como economía regenerativa.
A diferencia de la circular, que busca simplemente mantener los recursos en uso durante el mayor tiempo posible, la regenerativa propone un paso más. No se trata sólo evitar el daño ambiental, sino también buscar restaurar los ecosistemas degradados y regenerar los recursos naturales.
Micelio y materiales vivos: aliados de la economía regenerativa
En este contexto entran en juego los materiales vivos y biodegradables, como por ejemplo, el micelio. Son recursos que no solo minimizan el impacto ambiental, sino que pueden integrarse en ciclos biológicos, participar de procesos naturales de descomposición y devolver nutrientes al suelo.
La economía regenerativa implica repensar la producción desde su base, imitando el funcionamiento de los sistemas vivos. Producir como lo hace la naturaleza: sin dejar huella y devolviendo al planeta más de lo que se toma.
Por eso, más que una evolución técnica, este cambio representa una nueva mentalidad que implica pasar de la circularidad a la regeneración.
Sobre esta mirada —basada en principios de sostenibilidad, circularidad y regeneración— surgió el protagonismo de los biomateriales.
Biomateriales: produccion sostenible para el futuro
Los biomateriales son derivados de organismos vivos o fuentes renovables que ofrecen una alternativa sostenible frente a los recursos fósiles y sintéticos. Su uso busca reducir el impacto ambiental y promover ciclos productivos que imitan los procesos naturales, minimizando residuos y consumo energético.
Dentro de este campo, los biomateriales representan un cambio profundo en la forma de diseño y fabricación, alineando la producción con principios ecológicos y regenerativos.
Pero, además, existe la evolución de esta alternativa que son los biomateriales ¿De qué se trata esta posibilidad aún más ecológica y competitiva para los procesos productivos?
Micomateriales: la evolución más ecológica y competitiva
Los micomateriales son materiales cultivados a partir del micelio de hongos y se destacan por su capacidad única de crecer, desarrollarse y formar estructuras resistentes y biodegradables. Estos materiales permiten transformar residuos orgánicos en productos funcionales, cerrando ciclos productivos y reduciendo la huella ambiental.
El micelio, red de hifas que crece bajo tierra, se destaca como una de las soluciones más innovadoras y prometedoras dentro de los biomateriales ya que ofrece una respuesta a la problemática de la contaminación ambiental, transformando sustratos vegetales (paja, virutas de madera, cáscaras) en objetos compostables que no generan residuos tóxicos.
A diferencia de los procesos de reciclado, que requieren de etapas industriales intensivas y contaminantes, el micelio es compostable: se integra en los ciclos biológicos del planeta y no libera Microplásticos ni químicos nocivos.
Además, su cultivo demanda un consumo mínimo de agua y energía, no requiere insumos sintéticos ni aditivos tóxicos, y evita la extracción de recursos vírgenes.
En este sentido, los micomateriales no solo representan una alternativa técnica viable, sino también una oportunidad para repensar desde el inicio cómo producimos y consumimos, alineando los procesos humanos con los ritmos- y límites- del ecosistema.
La revolución del micelio: del residuo al recurso regenerativo
El micelio está reconfigurando la lógica del diseño industrial y transformando la relación entre producción y naturaleza.
Por ejemplo, espumas sintéticas como el telgopor, usadas para proteger productos durante el transporte, tardan siglos en degradarse y contribuyen a la contaminación. Esto responde a un paradigma donde lo prioritario fue siempre producir objetos masivos, estandarizados y de bajo costo, sin contemplar el costo ambiental de dicho modelo.
Este modelo masivo, estandarizado y barato ya no es sostenible. La explotación de recursos finitos y la generación masiva de residuos están llevando al planeta a un punto límite.
Ante este escenario, surge la urgencia de diseñar con responsabilidad ambiental, y el micelio emerge como una herramienta prometedora.
Esté material no solo plantea una alternativa material, sino que propone un cambio profundo en la concepción de producción, el uso y el descarte: un packaging de micelio puede proteger un producto delicado durante su transporte y, luego, compostarse para convertirlo en nutriente para el suelo.
Redefinir lo útil en la actualidad
Nuevas preguntas toman protagonismo: ¿Tiene sentido que un envoltorio plástico dure más que el objeto que protege? ¿Por qué un embalaje pensado para días o semanas debería persistir durante siglos?
El micelio invita a redefinir el concepto de utilidad, priorizando materiales vivos, biodegradables y regenerativos que acompañen un futuro sostenible y responsable.