
El futuro del packaging: compostable, resistente y hecho con micelio

Durante décadas la fabricación de packaging y embalajes tuvo como principal objetivo proteger productos y facilitar su transporte y distribución. A su vez, fue uno de los grandes responsables de la contaminación ambiental, especialmente por el uso de plásticos y materiales no biodegradables.
La transformación del packaging es un cambio necesario que importa tanto como el producto.
Desde siempre casi todo lo que compramos viene envuelto en papel, preservado en plástico o protegido por moldes de poliestireno expandido.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, el 36% del plástico producido a nivel mundial se destina al embalaje de productos. Además, en su mayoría, son plásticos de un solo uso. Esto no solo plantea un problema ambiental urgente, sino también logístico y económico.
El packaging suele ser voluminoso. Por sus dimensiones incrementa los costos de transporte, ocupa espacio, genera gastos adicionales y, en muchos casos como ocurre con el telgopor o los films, es muy difícil de reciclar. La paradoja evidente es que se trata de un envoltorio que puede durar más que el producto que contiene.
A esto se le suma el cambio de perspectiva del consumidor, cada vez más consciente del impacto ambiental de sus elecciones. La sostenibilidad ya no es un valor agregado, por el contrario, se convirtió en un principio rector.
Hoy, el packaging ha dejado de ser solo un detalle técnico para convertirse en una extensión ética de la empresa. Porque el primer contacto con un producto no es el objeto en sí, sino su envoltorio. Y en la mayoría de los casos, esa primera impresión está hecha con materiales altamente contaminantes.
El contexto global, y la demanda de los consumidores, señalan que es urgente cambiar hacia un sistema donde el packaging proteja más que solo el objeto que contiene. También debe preservar su entorno. En ese sentido, el micelio tiene mucho para ofrecer.
Las demandas del futuro sostenible para el packaging
Las demandas de las características históricas del packaging como resistencia, aislamiento térmico, protección contra humedad y ligereza, hoy ya no son suficientes.
Hoy se buscan materiales que se produzcan con bajo consumo energético, con condiciones compostables y degradables. También que no liberen toxinas ni microplásticos y que no requieran procesos industriales complejos.
Estas nuevas exigencias son esenciales para construir un futuro sostenible, y los materiales que las cumplan serán clave para la industria.
La Comisión Europea ha establecido que, para 2030, el 100% de los envases plásticos en el mercado de la Unión Europea deberán ser reutilizables o reciclables de forma económicamente viable.
Esta normativa se enmarca dentro del Plan de Acción para la Economía Circular y la Estrategia Europea de Plásticos, que buscan reducir a cero las emisiones netas de carbono para 2050.
Además, se proyecta una reducción del 50% en el uso de plásticos de un solo uso para fines de esta década. Esta iniciativa tiene restricciones específicas para ciertos productos como, por ejemplo, bandejas de comida, envases para frutas y verduras, y embalajes de transporte.
Esta presión regulatoria está impulsando la búsqueda urgente de materiales alternativos. Estos recursos deben cumplir con los requisitos funcionales del packaging y con los criterios de sostenibilidad y compostabilidad.
En este contexto, el micelio —organismo subterráneo que se cultiva a partir de residuos agrícolas — se presenta como una solución innovadora y prometedora. Más allá de ser biodegradable, cumple con todas las funciones que el packaging requiere y mucho más.
El cultivo de micelio para crear materiales alternativos se basa en un sistema biológico sin etapas intermedias, que se adapta a los ritmos y condiciones naturales del planeta.
Cultivar packaging: una nueva forma de producción
Mientras el packaging tradicional se fabrica por inyección, prensado o extrusión, el packaging de micelio se cultiva.
Este proceso comienza con la elección de un residuo agrícola o vegetal, que puede ser desde viruta de madera hasta cáscara de cereal. Este sustrato se somete a un proceso de esterilización, hidratación e inoculación con micelio.
En un entorno controlado de humedad, temperatura e iluminación, el micelio coloniza el material dentro de un molde específicamente diseñado que define la forma final: bandeja, separador, contenedor o cualquier estructura.
El producto final puede variar en firmeza, esponjosidad o peso, según la función deseada, pero siempre será 100% compostable. La maleabilidad y características del material dependen de variables como el residuo elegido, la variedad de hongo y la presión en el molde.
Finalmente, el secado o estabilización fija la forma definitiva, deteniendo el crecimiento del micelio.
Así, diseñar packaging ya no significa fabricar envoltorios, sino crear estructuras vivas que crecen, cumplen su función y luego vuelven a la tierra.
Micelio: un camino hacia la sostenibilidad integral
El packaging de micelio ya está ganando terreno en el mercado. Hoy tiene aplicaciones reales, impulsadas por compañías conscientes del daño irreversible que generan los envoltorios tradicionales.
Compañías como Dell lo usan para proteger computadoras portátiles, reemplazando telgopor. También IKEA prueba separadores de micelio en su cadena logística, como parte de su compromiso de reducir plásticos.
Si bien el packaging convencional cumple muchas de las funciones requeridas porque es liviano y amortigua bien, tiene más ventajas. Es económico pero no responde a las exigencias de cuidado ambiental que hoy son imprescindibles.
En contraste, el micelio cumple con las mismas funciones sin contaminar, y puede reemplazar materiales como el telgopor o el cartón. Esta propuesta invita a repensar la composición completa de los productos y a buscar un equilibrio entre funcionalidad y sostenibilidad.
Desafíos y futuro del packaging con micelio
Aunque no reemplaza aún por completo a los materiales tradicionales, tampoco es el objetivo inmediato. Más bien, estamos en un camino que recién comienza hacia el reemplazo integral de los materiales contaminantes.
Lo que está claro es que el micelio representa una alternativa concreta y sustentable para empresas comprometidas con el medio ambiente.
Como todo material innovador, el micelio requiere etapas de pruebas, desarrollo y escalabilidad. No hay aún un manual para la producción industrial masiva, pero el camino está en marcha.
En MOSH, trabajamos diariamente para que el packaging vivo, sustentable y compostable sea una realidad accesible y eficaz. Transformamos la manera en que protegemos nuestros productos y a nuestro planeta.